La estela del barco
Sorprende comprobar lo vulnerable que se ha vuelto una industria tan pesada como la papelera.
Los terremotos (en Europa y en Chile), le han afectado seriamente, aunque de manera desigual.
El de Chile, porque ha dañado algunas fábricas y ha recortado el suministro de celulosa, que ya era
escaso (entre otras razones debido al crecimiento de la demanda y por el menor suministro de madera,
y ésta, a precios muy elevados en algunas regiones). En Europa, porque las cenizas de otro volcán ha contribuido a consolidar las comunicaciones por internet en detrimento del papel, entre otros perjuicios (menor transporte aéreo de mercancías embaladas, etc).
También ha habido una huelga en Suecia por la firma del convenio colectivo, que ha afectado a la producción de papel y sobre todo, de celulosa, lo que hace que obtener esta materia prima se haya vuelto no solo caro, sino difícil.
Algunas fábricas pequeñas que no tienen contratos fidelizados, tienen escasez de suministro. Y ante la escalada de los precios del papel, suben los stocks,todo lo cual provoca desajustes en la oferta y la demanda y en definitiva, en el
conjunto del mercado.
Aún así, vuelve a crecer la producción de papel en torno al 8% en el primer trimestre de este año. Sin embargo, después de la gran limpieza que el sector ha llevado a cabo en Europa en los últimos 2 años, hay escasez de producción
de algunos papeles, concretamente en algunos papeles especiales, como los supercalandrados basados en fibra virgen, las fabricaciones con marcas al agua…
Las pocas empresas que todavía trabajan estos productos tienen las carteras llenas y no pueden abastecer toda la demanda actual. Son los desajustes propios de los procesos de reestructuración : Son la estela del barco.
Como ya hemos apuntado arriba, el sector se está volviendo vulnerable y esto es peligroso para su continuidad, pues es de capital intensivo y el dinero es cobarde.
Sin embargo, la industria papelera tiene todavía mucho que decir si apuesta seriamente por la innovación y cambia su modo de ver el negocio. Desde luego, ya no vale operar escondido en su rincón, ni siquiera ser reactivo, como bastaba hace unos años. O se es proactivo, o se cierra, en un plazo de tiempo más o menos largo.
Hay muchos proyectos en laboratorio y también mucha capacidad científica no aprovechada por la industria papelera. En los países nórdicos, que son probablemente los que más han sufrido la reestructuración en Europa, se sigue apostando
por la investigación y el desarrollo de la industria. Las compañías son conscientes de que el futuro pasa por el esfuerzo de hoy en investigación y en desarrollo, y no dudan en colaborar con las instituciones y universidades, financiando
proyectos que permitan a esta industria renovarse y presentar en el mercado nuevas propuestas, quizás ahora incluso insospechadas. Puede que en el futuro la industria papelera deba llamarse de otro modo, como ya ha hecho
el departamento “papelero” de la universidad estatal de Carolina del Norte, cambiando su nombre por el de Forest Biomaterials. En todo caso, en los tiempos que corren, no está de más renovar también la imagen, y esta denominación
se ajusta más a lo que será en el futuro la industria papelera.
Por otro lado, y aunque tarde, el sector está finalmente reaccionando ante los ataques que se están haciendo al papel. En todos los foros, en todos los congresos, en la mayoría de reuniones del sector, se habla de la necesidad de defenderse
de estas “calumnias”.
Sin embargo, si solo lo hablamos dentro del sector, no servirá de nada. Es importante que se difunda la idea de que el papel no tala árboles indiscriminadamente y que dejar de usar papel no va a hacer que haya más bosques, sino,
posiblemente, menos árboles. Pásalo.
(...)